¿Cómo elegir un método de Evaluación de Riesgos Ergonómicos?

Escoger el método de evaluación de riesgos ergonómicos es una de las fases más importantes a la hora de diagnosticar un problema de Salud Ocupacional en una gran empresa y encontrar las posteriores soluciones que implementar.

Un error a la hora de seleccionar qué método ergonómico vas a usar, puede tener graves consecuencias, tanto para la salud presente y futura de los trabajadores como a nivel de costos y otras  implicaciones empresariales.

En este nuevo artículo, desarrollaremos los tres puntos básicos que tienes que tener en cuenta a la hora de seleccionar el mejor método de evaluación de riesgos ergonómicos. Uno que te permita estar tranquil@, y con la certeza de que estás actuando con responsabilidad, profesionalidad y ética.

La gestión de riesgos ergonómicos

En la mayoría de los países occidentales gestionar los riesgos ergonómicos es una obligación legal.

En consecuencia, la mala selección del método de evaluación de riesgos ergonómicos, a la hora de solucionar o prevenir los problemas de salud ocupacional, puede conllevar consecuencias, incluso penales.

Conocer los errores que suelen cometerse a la hora de escoger un método de evaluación de riesgos ergonómicos te hará tomar auto conciencia y detectar los posibles fallos que puedas estar cometiendo.

Podrás aplicar las soluciones correctas de una forma fácil y eficaz.

Selección del método para evaluar un riesgo ergonómico

Cuando se evalúa en riesgo relacionado con seguridad laboral, el método de evaluación tiene en cuenta dos componentes básicos:

• ¿Cuál es la probabilidad de que el daño suceda?
• ¿Cuál es la gravedad del daño en el caso en que suceda?

En el caso que estas dos variables sean altas, es decir que, la probabilidad que pueda suceder ese hecho sea elevada y que el daño que genere pueda ser grave, se considera un riesgo elevado y es necesario intervenir para reducirlo.

Cuando hablamos de un riesgo ergonómico, la gravedad del daño es una constante: desarrollar un trastorno musculoesquelético derivado del trabajo.

Por este motivo, el objetivo de un buen método de evaluación de riesgos debe ir dirigido a valorar las probabilidades que tiene el trabajador de desarrollar un trastorno musculoesquelético dentro del marco de sus condiciones de trabajo.

Factores de riesgo ergonómico

La selección del método de evaluación de riesgos ergonómicos va a consistir en identificar cuál de ellos tiene en cuenta aquellos factores de riesgo que influyen y pueden incrementar la probabilidad de que se desarrolle un trastorno.

El método debe considerar todos estos factores de riesgo para que, una vez identificados, puedan ser valorados, y se pueda determinar con objetividad si el riesgo es o no aceptable, es decir, si la probabilidad que tiene el trabajador de sufrir un trastorno musculoesquelético es significativa.

Pero, además, mediante estudios epidemiológicos se debe haber demostrado que ese método mide la probabilidad de desarrollar un TME, es decir, que el odds-ratio entre el índice de riesgo y el porcentaje de patológicos sea significativo estadísticamente.

Una vez aplicado el método de evaluación de riesgos ergonómicos, si la valoración de la probabilidad del daño es elevada, se deberá intervenir en el diseño ergonómico de puestos, para solucionar el o los problemas y evitar los tantísimos daños potenciales: trastornos musculoesqueléticos, ausentismo laboral, pérdida de productividad, mala selección e inversión en instalaciones, pérdida de reputación interna del equipo de prevención, malestar laboral, y un largo etcétera…

Errores al aplicar métodos de evaluación de riesgos ergonómicos

Las personas somos como científicos ingenuos. Como no analizamos con objetividad los problemas y muchas veces nos fiamos de lo que percibimos, muchos profesionales de Prevención, Salud Ocupacional, RRHH, etc… caen en el error de no aplicar ningún método de evaluación concreto.

Se fían de “lo que ven” sin tener en cuenta los criterios y parámetros necesarios para valorar con objetividad.

La primera impresión engaña. A simple vista puede llamar la atención alguna postura extrema que se realice en un puesto de trabajo. Evidentemente, realizar cambios para evitar esa postura será una mejora de las condiciones de trabajo. Pero hemos de optimizar nuestros recursos limitados.

Piensa que nuestro cuerpo es capaz de hacer muchas cosas; es necesario valorar si debido al número de veces que se realiza esa postura y el tiempo que se mantiene, genera un riesgo significativo o no.

Puede que el método de evaluación de riesgos ergonómicos seleccionado determine que en una situación laboral no hay riesgo ergonómico cuando sí que lo hay.

Por ejemplo, en un puesto de trabajo que se realizan movimientos repetitivos rápidos de las manos y los dedos pero sentado; si tomamos un método de evaluación de riesgos que se focaliza en valorar las posturas del tronco, cuello y hombros, no será capaz de detectar si los movimientos de las manos y los dedos están exponiendo a la persona a un riesgo significativo.

Ten muy en cuenta que una mala selección del método de evaluación de riesgos ergonómicos puede acarrear consecuencias no deseadas para nadie, desde problemas y daños musculoesqueléticos para tus trabajadores como pérdidas de grandes cantidades de dinero para la empresa en la que trabajas.

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Hasta aquí esta primera parte en la que hemos querido hacerte una introducción al tema. En este otro artículo te seguimos hablando de los métodos de evaluación de riesgos ergonómicos más comunes, y entramos en materia explicándote criterios concretos que te ayudará en tu selección.

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